En la primaria había un niño que se llamaba ramón. Nos tocó estar juntos en la clase de la maestra Montes de Oca, una mujer de anchas caderas y cabello corto, demasiado ochentera con su maquillaje exagerado y siempre de mal humor.
Yo a los seis años no podía quedarme quieta, hasta la fecha no puedo y el condenado de Ramón no dejaba de molestarme. Todos los recreos salíamos a entablar una batalla. Pero una vez me correteó en el salón y yo por no dejarme alcanzar pasé empujando a la directora, una señora de unos setenta años que de milagro se mantenía de pie, el castigo fue quedarnos todo el día en el salón, sin salir al recreo. Ramón era un mafioso tenía a "gente" ya saben, Jorge, otro dientón del salón, le llevó el almuerzo. Yo de todos modos no tenía hambre, estaba furiosa por quedarme encerrada.
Las traes.
