miércoles, 11 de julio de 2012

poética personal

La historia en un guión tiene que tener, por fuerza, el ritmo del orgasmo femenino. Sube, sube, sube hasta que se suspende en la meseta. Ahí es dónde la mayoría de los hombres creen que todo se termina, pero en realidad, la historia sólo plantea una disyuntiva. La protagonista, tiene que decidir, porque aun en la ausencia de acción hay una desición consciente. Y así la historia continúa por caminos misteriosos y nuevos para el expectador y culmina en el placer de observar el verdadero rostro de la protagonista, con sus manos y sus uñas y sus intenciones desnudas convertidas en historia.

FIN.

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